Terapia Psicología Positiva Donostia
Seguro que algún momento has odio o dicho “quiero ser feliz”.
Todos anhelamos serlo, aunque en el fondo no sepamos bien qué significa, es un concepto abstracto. Cada persona lo puede entender de un modo. En muchas ocasiones parece, incluso que está muy lejos de nuestro alcance porque pensamos que ese “ser feliz” es algo que sólo aparece en los anuncios, en las películas, que es irreal en definitiva.
La psicología se ocupa generalmente de hacer desaparecer el sufrimiento; porque en general la persona cuando llega a consulta se encuentra en un momento complicado o que ya no podía aguantar más, sintió que ya no sabía qué hacer.
Pero bien, la felicidad, no es sólo ausencia de sufrimiento. Por ello decidir ser feliz es dejar de estar angustiado, con ansiedad, tener aquel o este problema, pero … va más allá.
Martin Seligman en 1998 dio la vuelta a los estudios que solían centrarse en las emociones negativas y cómo tratar el sufrimiento, y comenzó a estudiar e intentar desgranar aquello que hacía feliz a las personas, que les hacen llevar una vida satisfactoria. Es decir, que además de no tener sufrimiento, se sentían plenas.
Salud, dinero y amor dejaron de ser las piedras angulares de la felicidad desde que estos estudios comenzaron a arrojar datos. Bueno, quédense con el último porque con eso algo sí que podemos hacer.
Está claro que tener salud es lo primero para tener una vida de calidad. Pero los estudios dicen que la satisfacción con la vida no depende de si uno está o no enfermo.
El dinero, el gran anhelado. Estudios demuestran que personas a las que les ha tocado una lotería, al cabo de unos meses vuelven a su estado de satisfacción inicial (bajo, medio o alto). Eso sí, es necesario que los ingresos cubran las necesidades básicas de forma holgada, y a partir de ahí el que más tiene no tiene por qué ser más feliz.
El amor; eso sí. Las relaciones sociales son cruciales en nuestra felicidad, en la satisfacción que sentimos con nuestra vida. Con ellos compartimos ilusiones, relativizamos nuestras dificultades.
Así, y aunque entre el 25 y el 50% de nuestra capacidad de ser felices (según apunta Seligman) viene dada por lo aprendido en nuestra familia de origen y los genes; nos queda un buen margen de actuación.
Por eso nos debemos entrenar en algunas habilidades (basándonos en los estudios):
- En la capacidad de relacionarnos con los demás
- En realizar actividades significativas para uno (en vez de ver en la TV cualquier programa, realizar algo que realmente te aporte). Una actividad que sea capaz de generarte emociones positivas ahora y cuando hayas acabado de realizarla.
- Revisar con qué estamos realmente comprometidos e involucrarnos en ello con pasión.
- Pertenecer a algo que vaya más allá de uno mismo. A un grupo con objetivos comunes, a una asociación, etc
Y tú ¿quieres sólo eliminar el sufrimiento o pretendes una vida satisfactoria y plena?
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